Biblia King James Version
2do Corintios, Capítulo 5:
- Porque sabemos que si nuestra casa terrenal de este tabernáculo se deshiciera, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos.
- Porque en esto gemimos, deseando ardientemente ser vestidos con nuestra casa que es del cielo:
- Si es así, vestidos, no seremos hallados desnudos.
- Porque los que estamos en este tabernáculo gemimos, agobiados; no porque quisiéramos estar desnudos, sino revestidos, para que la mortalidad sea absorbida por la vida.
- Ahora bien, el que nos hizo para lo mismo es Dios, quien también nos ha dado las arras del Espíritu.
- Por eso siempre estamos confiados, sabiendo que, mientras estamos en casa en el cuerpo, estamos ausentes del Señor:
- (Porque por fe caminamos, no por vista 🙂
- Tenemos confianza, digo, y más bien estamos dispuestos a estar ausentes del cuerpo y estar presentes con el Señor.
- Por tanto, trabajamos para que, presentes o ausentes, seamos aceptados por él.
- Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo; para que cada uno reciba según lo que haya hecho en su cuerpo, sea bueno o malo.
- Conociendo, pues, el terror del Señor, persuadimos a los hombres; pero somos manifestados a Dios; y confío también en que se manifiesten en vuestras conciencias.
- Porque no volvemos a recomendaros a nosotros mismos, sino que os damos ocasión de gloriarnos por nosotros, para que tengáis algo que responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.
- Porque si estamos fuera de nosotros, es para Dios; o si estamos sobrios, es por vuestra causa.
- Porque el amor de Cristo nos constriñe; porque así juzgamos, que si uno murió por todos, entonces todos murieron:
- Y que murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
- Por tanto, de ahora en adelante a nadie conocemos según la carne; sí, aunque a Cristo hemos conocido según la carne, ahora ya no le conocemos más.
- De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
- Y todas las cosas son de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Jesucristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
- A saber, que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, sin imputarles sus ofensas; y nos ha encomendado la palabra de reconciliación.
- Ahora bien, somos embajadores de Cristo, como si Dios os suplicara por medio de nosotros: os rogamos en lugar de Cristo: Reconciliaos con Dios.
- Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado; para que seamos hechos justicia de Dios en él.