Biblia King James Version
Isaías 64:
- ¡Oh, si rasgaras los cielos, si descendieras, para que los montes fluyeran ante tu presencia,
- Como cuando arde el fuego que se derrite, el fuego hace hervir las aguas, para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y las naciones temblarán ante tu presencia.
- Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos, descendiste, los montes fluyeron ante tu presencia.
- Porque desde el principio del mundo los hombres no oyeron, ni percibieron con el oído, ni el ojo vio, oh Dios, fuera de ti, lo que ha preparado para el que le espera.
- Te encuentras con el que se alegra y hace justicia, los que se acuerdan de ti en tus caminos; he aquí, estás enojado; porque hemos pecado: en ellos hay permanencia, y seremos salvos.
- Pero todos somos como cosa inmunda, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia; y todos nos marchitamos como una hoja; y nuestras iniquidades, como el viento, nos llevaron.
- Y no hay quien invoque tu nombre, que se despierte para asirme de ti; porque tú escondiste de nosotros tu rostro, y nos consumiste a causa de nuestras iniquidades.
- Pero ahora, oh SEÑOR, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro, y tú nuestro alfarero; y todos somos obra de tu mano.
- No te enojes mucho, oh SEÑOR, ni te acuerdes de la iniquidad para siempre; he aquí, mira, te suplicamos, todo tu pueblo somos.
- Tus santas ciudades son un desierto, Sion un desierto, Jerusalén una desolación.
- Nuestra casa santa y hermosa, donde nuestros padres te alabaron, ha sido consumida por el fuego, y todas nuestras cosas placenteras han sido destruidas.
- ¿Te abstendrás por estas cosas, oh SEÑOR? ¿Callarás y nos afligirás mucho?